domingo, 21 de marzo de 2010

Va de... Lluvia


El día ha amanecido grisáceo, triste. Llueve. Hace frío; el aire helado golpea mi cara cuando he abierto la ventana de mi habitación. Miro al cielo, y lo único que veo es más gris; parece que se me está cayendo todo encima. Agobiada, decido abrigarme y salir a la calle. Parezco una pobre loca; ni siquiera me he quitado el pijama. El abrigo va empapándose poco a poco de cada gota que cae; el viento hace imposible que el paraguas haga su efecto, y al final lo cierro. Estoy sola en la calle, ni los coches se han dignado a salir. Nadie diría que es el primer día de primavera. El frío va serenándome poco a poco, y por fin logro pensar. Me he acordado de ti, y de que es primavera. Me he acordado de todo lo que he sufrido, y de que me prometí que este año sería diferente. Con la mente clara veo que no ando del todo desencaminada. No lo he dicho, pero he conocido a alguien. En realidad le conocí hace ya algún tiempo, pero hasta hace relativamente poco no me había dado cuenta de lo importante que es. No puedo contar muchas cosas, pues sigue siendo un misterio. Callado, reservado... Ausente. Sobretodo ausente. Tampoco puedo explicar qué es lo que me gusta, pero a su manera me hace feliz. No es fácil; conmigo nunca lo es. Me he topado con una situación un tanto extraña, pero eso no cambia nada.

Calmada, con la sonrisa puesta, entro empapada en casa. Estoy tiritando, pero casi no siento el frío. Me doy un baño con agua muy caliente, y después tomo una taza de chocolate.

El día ha amanecido grisáceo, y llueve, pero ya no es triste.

lunes, 15 de marzo de 2010


El silencio me rodea. De fondo sólo se oye el zumbido de mis pensamientos. Es curioso cómo cambian las cosas. Hace unas semanas me consideraba su amiga: ahora ha creado una línea entre nosotras, que aunque es invisible, nos divide de manera abismal. Si conocieses la situación quizás hasta te resultaba gracioso, porque todo es por ti. Si no la culpo yo a ella por lo que pasó entre vosotros, cómo puede ella culparme a mí sólo por sentir? Recelosa encamina cualquier conversación hacia ti, utilizando cada oportunidad que se le presenta para dejarme claro que entre nosotros ni hay ni habrá nada. Si fuese sencillo hablar contigo... Explicarte por lo que me estáis haciendo pasar entre los dos; decirte que estoy harta de hacer de abogada del diablo, y de llevarme todos los palos por ambas partes. Lo mejor de todo es el sentimiento de culpabilidad, sabiendo que no he hecho absolutamente nada malo. Más bien al contrario; yo intentando ayudar, y se me agradece así...

Me siento en tierra de nadie, intrusa en mi propio pensar. Pienso una y otra vez en cómo acercarme a ti, y una y otra vez desisto, porque mi vida se podría volver insostenible.

Cada día que pasa esto se hace más difícil, y yo sólo me dedico a escapar de la realidad.

jueves, 11 de marzo de 2010

11.03.10

Mil y un borradores que no soy capaz de publicar. Se me agolpan las ideas y no las sé plasmar. Ni una palabra más por ti, y sentimientos que no logro comprender. Se me echa el tiempo encima, y la angustia se adueña de mí. Hay tanta gente...
Saber que haga lo que haga no va a cambiar el verte cada día no tiene precio. La seguridad de que cuando me gire ahí estarás, ausente, ignorante a todo lo que te rodea. Perdido, con tu mirada, en el vacío que a veces parece acompañarte. Saber que al menos una vez al día te vas a acordar de que estoy a tu lado; la seguridad de que al darte la vuelta me dirás la mayor tontería que se te ocurra. Tan grande y tan humano; tan generoso y tan extraño. Los silencios ni siquiera son incómodos, y yo me rindo sin ser capaz de encontrar una explicación, con mis miradas inquisitivas, densas, observadoras, extensas.
Tú tan tú, y yo tan como yo misma.