Cuando menos te lo esperas, te ves con 25 años a las espaldas. 25 maravillosos años que parece que no has sabido aprovechar. 25 años empapándote de otras personas, de otras vivencias, de otras palabras. Momentos que cada noche, antes de dormir, repasas mentalmente por miedo a olvidarlos, a sabiendas de que ellos te olvidaron a ti casi en el mismo instante en el que pasaste por sus vidas. Aún así, los guardas como el mayor de tus tesoros. Aquella pulsera perdida en algún cajón; los cd's que ya no se oyen bien, pero que siguen teniendo su letra impresa; los peluches que te miran lastimosos desde tu cama; las cartas rebosantes de sentimientos contradictorios; las noches que se convirtieron en palabras. Sobretodo aquella noche: la que empecé a conocerme, la que terminó con una brusca despedida, la que parece que nunca existió, la que me destrozó la espalda y me dio la vida.
Pequeñas cosas, que hacen que la vida sea grande, y que siguen viniendo cada día, a darme las buenas noches, siempre acompañadas del tiempo, de 25 veces tiempo.
Feliz día mío a todos.